Proyecto formativo en el Instituto Leopoldo Alas “Clarín” de Oviedo

IES Leopoldo Alas Clarín de Oviedo (Asturias).

En septiembre de 2021, la Dirección del centro escolar se puso en contacto con el Colegio de Ingenieros técnicos agrícolas de Asturias. Deseaban poner en práctica un proyecto educativo enfocado a alumnos con dificultades, con dos objetivos: incitar a un conocimiento básico de la horticultura y servir de acicate para que dichos alumnos mejorasen en su actitud escolar. Una labor que debía realizarse mediante voluntariado.

Al ajustarse la idea, por sus características, con los fines de la Fundación Agricolae Mundi, se derivó la petición a la misma, iniciándose las actividades.

Los alumnos estaban incluidos en el llamado PMAR (Programa de mejora de aprendizaje y rendimiento), herramienta pensada para alumnado con dificultades de aprendizaje no imputables a falta de estudio.

En síntesis, se trataba de ilusionar dentro de lo posible a dieciséis chavales, chicos y chicas, entre 14 y 16 años, que sufrían pérdida de interés no solo por el estudio sino por objetivos vitales.

Los compañeros que desarrollaron el curso detectaron desde el primer momento una rotunda desvinculación de la generalidad de los alumnos con la agricultura y el mundo rural, como lo demostraba el desconocimiento de las plantas de huerta más comunes, y de las más básicas artes agrícolas, además de una desgana sorprendente por todo en general, falta de maneras en las clases, y una fuerte desorientación. Ante la pregunta a cada uno de ellos sobre qué profesión o actividad les atraía para el futuro, la respuesta fue unánime: les daba igual, simplemente tenía que cumplir un requisito: que les permitiese ganar mucho dinero. Este fue el punto de salida.

El plan de trabajo consistió en una hora semanal, con actividad en aula y en campo. En el aula se fueron presentando, cuidando especialmente la amenidad para luchar contra la inexistencia de interés, las especies hortícolas básicas, mostrando el ejemplar, reconociéndolo y manejándolo cada alumno, haciendo que fuesen recogiendo los datos más básicos de la especie –nombre, origen, zonas de cultivo actual, fechas y modos de siembra o plantación, enemigos principales y su lucha en clave ecológica –pues así lo había indicado el instituto- y características y utilidades principales, creando cada alumno su cuaderno de campo. La amenidad se conseguía entremezclando historias de cierto aire humorístico o curioso relacionadas con la especie estudiada. Ejemplo: la expresión “Tonto del Haba” nació por llamar así al que encontraba una de esas semillas –Vicia faba- en el roscón de reyes.

Para llevar a cabo acciones prácticas se creó una huerta en un sector de la zona verde del Instituto. La rotura del terreno se llevó cabo gracias a la colaboración del Servicio de Parques y Jardines del Ayuntamiento de Oviedo, comenzando a partir de ahí a realizar las labores normales de un horticultor: abonados, siembras, plantaciones, lucha contra plagas, riegos…, actividades mucho más deseadas por los alumnos que las labores de aula.

Pero la herramienta más útil fue, sin duda, valorar cada acción positiva del alumno, velar por el buen trato y la proximidad. Todo ello en equilibrio, dando y exigiendo respeto. Y vendiendo ánimo, así como labor didáctica forzando a que discerniesen bienestar personal de dinero, amén de otras ideas relacionadas con la autoestima y la autoayuda.

Conforme iba surgiendo la cosecha, los propios alumnos se fueron encargando de su comercialización mediante venta directa, destinando el dinero obtenido a un fondo para viajes. Finalizadas las actividades, se procedió a la entrega de diplomas acreditativos, diferenciando en los mismos el nivel de actitud.

El curso cubrió de forma plena sus objetivos: conocimiento de la horticultura, algo que les era ajeno, mejor rendimiento escolar, generación de valores (en una encuesta a final de curso, sin identificación del alumno, la mitad de los mismos antepusieron el bienestar personal al dinero), y una notable sociabilidad, quedando únicamente como pequeña excepción algunos chicos que no habían evolucionado adecuadamente de la situación inicial. Y permitió detectar que la opción agraria es una perspectiva que se revela interesante para alumnado con características PMAR al final de los estudios obligatorios.

La experiencia, calificada como exitosa, se continuó en el curso 2022-2023, y ya está programada para el 2023-2024.